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Relato erótico de la querida vecina

Sex neightbor

Como me gustaba esa mujer... había llegado hacía poco a la comunidad y desde que nos cruzamos en la escalera, la portería del edificio comenzó a generarme una gran emoción por la posibilidad de volverla a ver. Ella: mi vecina, con la que soñaba todas las noches y el motivo de mis erecciones cada vez que la veía, no le faltaba ni le sobraba nada en su figura;vestía algo bohemio, y lo que me atrapó como a un niño un caramelo, era la picardía que destilaban sus ojos color miel y su larga melena castaña.

Alrededor de las ocho solíamos coincidir en el ascensor cuando ella volvía de trabajar y yo sacaba al perro, entablábamos conversaciones del tipo: cómo está el tiempo, cómo le iba en la comunidad...incluso mi perro se había enamorado de ella...

Me ofrecí cortésmente para cualquier duda, problema o necesidad que le surgiese, porque ¿para qué están los buenos vecinos?, viviendo en el mismo rellano.

Gracias a que mi nueva vecina parecía disponer de todo lo que se necesita en la cocina, decidí reconvertir mi dieta a base de tapas en comida sana y hechas en casa. Así que le pedía consejos y ayuda cuando me faltaba algún condimento y por supuesto le repetía una y otra vez que tenía que montar una cena informal para agradecerle su auxilio, además de disponer de mí y de mi casa para lo que desease.

Ella me miraba siempre con una sonrisa jugueteando con la pinza que sujetaba su melena y me decía “por favor Claudio, para mí no es ninguna molestia”.

Quiero creer que mis oraciones a cupido o la energía tántrica de mi cuerpo al verter tanto deseo fluido en su honor, que por fin un día el timbre sonó. Yo acababa de cenar y estaba cepillándome los dientes y pensé ¿quién me necesita un viernes a las once de la noche? No lo puedo creer (me dije), al verla por la mirilla; abrí inmediatamente (tragándome la pasta de dientes) dispuesto a lo que fuese para que ella desease quedarse indefinidamente en mi compañía.

Al abrir, ella no pudo contener la risa:

- (Ella) Siento molestarte Claudio,pero se me han quedado las llaves dentro de casa

- (Yo) Vaya por Dios, le conteste, no te preocupes, pasa y llamaremos a un cerrajero.

- (Ella) Gracias Claudio, pero había pensado que como tu galería comunica con la mía, podía pasar de tu piso al mío por ahí.

-(Yo) ¡Cómo no!Pero prefiero hacerlo yo, no sea que te hagas daño. Cogí la escalera y me jugué el tipo encaramándome por aquella pared, y cuando puse el pie en el suelo le pregunté, ¿ y donde te has dejado las llaves?

- (Ella) Pues ese es el problema, no sé dónde las he podido dejar.

- (Yo) Bueno, bueno ... (pensé para mí , esto va a ser como el día del cierre contable)...si te parece doy un vistazo y a ver que pasa. Entré por la cocina, miré por el salón, en la habitación y el baño.. pero ni rastro,eso sí, su casa era una mezcla de Ikea y reciclaje artístico manual. Volví a la galería y le dije: Alicia no las veo por ninguna parte.

- (Ella) Vaya, pues si me ayudas subiré por la escalera y trataré de buscarlas yo.

- (Yo) Vale, pero ten cuidado, yo te cogeré cuando tengas que saltar.Subió por la escalera y al descolarse la sujeté por la cintura y pensé sus caderas: ¡guau un figurón de mujer!

- (Ella) Gracias Claudio, qué desastre! creí que sería más fácil ... bueno voy a ver si las encuentro.

Las buscamos y buscamos por todas partes ,pero se habían volatilizado. Así que cansados, decidió llamar a un cerrajero de urgencia. No lo habíamos pensado pero para salir de su casa y entrar en la mía ¡no teníamos escalera! con lo que la escalada a través de otros medios parecía peligrosa.

- (Ella) Bueno Claudio ya que nos hemos quedado encerrados, hasta que nos rescaten, te invito a una copa.

- (Yo) ¡Fantástico!: le respondí ¿Qué tienes? - (Ella)Pues cerveza y agua. - (Yo) Vale, una cervecita no iría mal.

-(Ella) Sírvetela tú mismo de la nevera, Claudio...yo voy a darme una ducha antes de que venga el cerrajero ¿no te importa?.

-(Yo) No claro Alicia ...cogí la cerveza , me senté en el sofá y puse el televisor, pasado un rato salió del baño como una diosa romana envuelta en una bata blanca con una toalla en el cabello y con un aroma a..¿no se a que era?, pero me gustaba.

- (Ella) Bueno Claudio me sabe mal ...vaya noche de viernes ¿no?.

- (Yo) No hay problema Alicia, en cierta forma es alucinante estar encerrado contigo en tu casa. Quiero decir que estaba aburrido en la mía, con lo que el cambio no me desagrada. Los dos nos quedamos mirándonos fijamente, y toda risueña me dijo: ¿estás intentando, seducirme?, a lo que yo contesté: el que está completamente seducido, soy yo…a la vez que escudriñaba la preciosa ropa interior que se escondía tras su bata.

No me dió tiempo a nada más, porque ella me agarró por la camiseta y soltado la toalla de su cabello, me dió un morreo de los del quince. Las manos se pegaron a su piel como si fueran imán y la empecé a desnudar quitándole las braguitas y el sujetador sin dejarla reaccionar. Acariciaba su melena mojada en pura gloria, ella mordisqueaba mi cuello y me acariciaba los hombros, lamí su espalda, besé su cuello y ella respiraba profundo, moviendo su larga melena rizada, apretando su culo prieto contra mi sexo, notoriamente excitado.

Frente a frente el uno del otro, totalmente desnudos, la tumbé boca arriba y ella arqueó sus piernas…su piel, su silueta desnuda y totalmente erizada me arrastraban al placer más intenso sin dudas, como las sirenas raptaban a los marineros. Comí de su rico manjar, estremeciéndola de placer, sus gritos y movimientos me hacían quedarme ahí hasta que llegase al éxtasis y al orgasmo total. Ahora me tocaba a mí, y con ella tumbada, me agarré la polla y la acerqué a su boca…ella no puso resistencia y agarró mi falo metiéndolo poco a poco dentro de su boca sin dejar de mirarme a los ojos. Cuando vió que ya estaba a punto de morir de placer, aparecieron unos preservativos que tenía allí mismo y mientras ella miraba como cubría mi pene con el condón se giró poniéndose a cuatro patas diciéndome que así la sentiría más larga y gruesa.

La agarré por la cintura y entré a matar, mientras ella gemía de placer, la estuve cabalgando unos minutos lo justo para poder darnos placer y poder cambiar de posición. Se tumbó alzando las piernas y agarrándose a mi cuello con los pies, elevó su cabeza y yo no me pude contenerme más, sentí un cosquilleo agudo y placentero que recorrió cada centímetro de mi sexo que dentro de ella se vació con todas mis ganas.

Caí tumbado al lado de ella y ambos nos mirarnos, hubo unos minutos de silencio y besos, nos quedamos dormidos…hasta que me desperté por la mañana. Un post-it pegado en la nevera de la cocina ponía: te dejo unas llaves en la mesa, te prometo que esta noche si haces tú la cena, me lo comeré todo ...

Pd: Tu querida vecina.