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Los personajes medio tóxicos

Personajes tóxicos

Los personajes medio tóxicos, diferentes perfiles que debes conocer.

El/La descalificador/a

El descalificador/a tiene como objetivo controlar nuestra autoestima, hacernos sentir “nada” ante los demás, para que él/ella pueda brillar y ser el centro. Si haces algo, el/la descalificador/a te criticará, y si no actúas, te juzgará por no hacerlo.

Su especialidad son los dobles mensajes y los mensajes ambivalentes. Los descalificadores/as te endiosan hoy y mañana te bajan del pedestal en un instante. Sus juegos crueles pretenden desestabilizar las emociones, para que vivas desconfiando, te sientas inseguro y dependas de sus palabras y opiniones.

Invalidando, descalificando y manipulando, tienen el control sobre las emociones o la razón, pasando a depender absolutamente de él/ella.

La mentalidad del descalificador/a es avasallante y precisa, ya que solo él/ella tiene razón y conoce a la perfección todos los temas y asuntos que pueden tratarse, esto que es pura apariencia, sí que se hace real cuando escoge con exactitud cuál es el dardo que destruirá la autoestima de su contrincante.

Reconocer a un descalificador/a: -Esconde su malhumor, su irritabilidad y la falta de dominio detrás de máscaras que juegan el papel de amigo, compañero y hasta de hermano, para disminuir la resistencia a sus deseos de ser el/la dictador/a de los acontecimientos.

-Está interesado en lo que haces, pero en su mente su prioridad es sacar provecho de tus proyectos.

-Es irónico y sarcástico, mediante indirectas e insinuaciones te hará creer negativamente que lo que estás haciendo no está del todo bien.

-Vivirá usando una lupa para ver los defectos, para reducir la autoestima y que su figura y valor aumenten.

-Estará atento a escuchar los reclamos y quejas que tú hagas sobre ti mismo, para que en el momento adecuado y certero pueda sacarlos a la luz.

-Acrecentará los errores y los fracasos y reducirá al máximo el valor de los logros y éxitos.

El valor que le demos a nuestro empuje para crecer podrá quitar de nuestro lado a toda persona que tenga como meta desvalorizar y descalificar nuestra vida, sea cual fuere la tarea que estén realizando o el vínculo que tengamos con estos vampiros/as.

El neurótico/a

En el neurótico/a no hubo un desarrollo de su personalidad con normalidad; por lo tanto un sinónimo de neurosis es la inmadurez que se refleja en todas los ámbitos de su vida. La raíz de la neurosis se encuentra en la infancia de la persona, con experiencias que no han sido resueltas y que les llevan a desarrollar una serie de conflictos que marcarán su forma de sentir, de actuar y de ser.

La angustia en estas personas es mayor a la angustia normal de cualquier otra persona. Su excesiva preocupación, ansiedad e inseguridad le conducen a una angustia constante y exagerada que aparece en todos los órdenes de su vida. El neurótico vive angustiado por sufrir el rechazo, y frente a este temor vivirá jugando con roles que lo asfixiarán dentro de su propia enfermedad.

Los rasgos de sus juegos son: rígidez y resistencia a los cambios o repetitivos y un poco inocentes.

El neurótico/a invade, controla y asfixia permanentemente al otro. La neurosis es típica en muchas relaciones de pareja en la que se juega constantemente con el rol de que cuando se ha conseguido lo que tanto se ha anhelado (sea lo que sea) ya no se quiere más, porque siente que ahora, al tenerlo, ya no soluciona nada. La neurosis nos lleva a vivir en una continua insatisfacción, “lo quiero pero no lo quiero”, por ejemplo tener la necesidad imperiosa de algo y a continuación cuando ya se tiene, desear lo contrario porque es lo que no tiene.

Otro de los rasgos del neurótico/a es que tratará siempre de convencer a los demás de que son los otros los que tienen la culpa de todo lo que les pasa. Él/ella no tiene la culpa de ser como es, por eso pedirá a los demás que le acepten tal y como es, y si no es así que cambien ellos.

La persona neurótica esperara escuchar lo que ella/ él desea escuchar, de lo contrario dirá: Tú no me entiendes o eres una mala persona. De cualquier forma, los neuróticos darán la vuelta a todo lo que se argumentan y lo adaptarán para no salir del círculo beneficioso, que les aportan sus múltiples quejas y frustraciones.

La persona neurótica tiene un gran sentimiento de inferioridad, por lo que estar “por encima” o “ser el número uno” es su mecanismo por el cual compensa su baja autoestima.

Los neuróticos/as manifiestan algunas alteraciones psicológicas y no biológicas:

-Necesidad de ser amados y reconocidos: El neurótico esté donde esté, llamará constantemente la atención en una búsqueda frenética de satisfacer su necesidad de atención, manifestando abiertamente tanto su fragilidad como su maravillosa vida, tratando de agradar a todos cuantos se le acerquen, procurando “estar en todas” las situaciones donde pueda ser necesitado/a.

-Necesidad de poder y liderazgo: Esto lo llevará a ponerse metas irreales que difícilmente podrá cumplir. El conflicto interior por su baja autoestima y la profunda soledad interior son acallados con la búsqueda de posición social.

-Necesidad de independencia y perfección: El neurótico es autosuficiente y por lo tanto es difícil que escuche el consejo de alguien.

Al no desear admitir que otro sabe más que él, buscan la perfección en todo lo que realizan y cuando no lo logran se llenan de tensiones y angustias. Su intenso temor a las críticas y al error, los llevan a pensar que si no hacer las tareas perfectas serán la burla o la comidilla de todos.

En resumen la persona neurótica es:

Perfeccionista, conflictiva, agresiva, quejica, inhibida, inteligente, extremista, egoísta, infantil y sobre todas las cosas el neurótico/a es un excelente jugador/a.

Sólo si somos capaces de distinguir su forma de funcionar podremos descubrir sus artimañas neuróticas. Necesitan crecer en cada área de su vida y para ello requieren pautas que delimiten sus acciones, y reglas que les ayuden a descubrir y a entender que tienen la capacidad dentro de sí misma/o para dirigir y controlar su propia vida.

El/La chismoso/a:

Los chismes de pasillo, de trabajo, de vecindario, de ejecutivo, de iglesias.

Hay chismes que han acabado con familias enteras, chismes que han producido batallas, peleas, rivalidades. El chisme es el deporte oral más antiguo que se conoce aún antes de la escritura, el “boca a boca”, era hace siglos la forma que se utilizaba para transmitir los mensajes.

Los rumores se mantienen vivos porque la gente cree en ellos . Cada rumor tiene su mercado: hay personas a las que les encanta chismosear sobre temas de trabajo, otras sobre las personas y su vida personal… etc…

El rumor es una información sin verificación oficial, es decir, una explicación no confirmada o infundada de los acontecimientos .El chisme nace de alguien que casi nunca se puede identificar pero esto no es lo importante, ya que el rumor es siempre una construcción grupal que surge de forma espontánea, aunque a veces planificado, todos los que participan o comentan el rumor aportan algo en su trayectoria.

>Hay diferentes tipos de rumores, desde los que se van tomando cuerpo a lo largo del tiempo, a los que desaparecen y vuelven a aparecer intermitentemente. Variados y para todos los gustos y oficios, nadie queda libre de estar en boca del chismoso/a. Hables o no hables, hagas o no hagas, el chismoso siempre tendrá algo para cambiar, modificar o alterar en relación a la información, y si no la tiene, igualmente, es capaz de inventarlo pues necesita la adrenalina de la novedad.

El chismoso/a siente un gran placer al ser escuchado atentamente, buscando prestigio y aliados, trata de agradar al otro buscando cómplices alternativos, un día habla del que está a la derecha y otra día habla del que está a la izquierda, y viceversa. No tolera hablar de sí mismo pero conoce la vida de todos. Los chismosos/as son personas con un gran sentimiento de frustración por lo que tratan de igualar por lo bajo al resto de personas con los que se rodea, para ellos el chisme es una forma de liberar su agresividad reprimida.

El poder de las palabras pueden determinan las soluciones o las adversidades por las que atravesaremos en nuestra vida. Todos los rumores mueren en algún momento, pero mientras se propagan pueden mortificar a muchas personas, ponerles un límite y no permitir que hagan estragos es protegernos a nosotros mismos, todo depende de lo que estemos dispuesto a hacer con el rumor.

Pocos chismosos/as aceptan poner letra y papel a los comentarios o avisar al interesado/a de la situación.

El/La quejica:

Muchas personas hacen de la queja un hábito, una forma de vida, pensando que si se siguen quejando, el problema desaparecerá. Creen que a través de la demanda continua el conflicto se solucionará, o que quizás otro ser humano “bondadoso” resolverá su problema.

La queja es un lamento, una demanda, un reproche, un disgusto, un reclamo permanente, que lo único que logra cuando se convierte en una “letanía” es alejar la mejor gente. Refleja emociones encapsuladas de insatisfacciones y resentimiento.

El tema es encontrar un motivo para pensar que el mundo está en contra de ellos/as y nadie es capaz de entenderlos/as.

Así como nos tratemos a nosotros mismos, trataremos a los demás, por lo que los/as quejicas tienen problemas con los demás y viven enojados entrando en juegos neuróticos de “llevar y traer”. Todo problema no solucionado repercutirá en las personas que están más cerca, y muchos guardan dentro de sí hostilidad y enojo.

Frente a grandes desafíos, los/as quejicas lo ven todo “negativo” y las excusas son su forma de esconderse. Son personas que abocadas a la queja, se olvidan de su potencial y viven mirando a los demás como gigantes, mucho más grandes de lo realmente son.

Romper el círculo de la queja:

Las palabras son el cartel que indican hacia dónde vamos, tienen el poder de sumergirte en el desgaste de las discusiones sin sentido o al contrario motivarte a conseguir tus deseos abriéndote a nuevos desafíos que pueden venir a nuestras vidas con un espíritu positivo y luchador.

-Aprende a hablar con soluciones fortalecerá nuestra propia autoestima.

-Los malos momentos son parte de la vida. Lo peor que nos puede pasar no es “el problema” sino que esa situación nos limite o nos violente mental y físicamente.

Frenar a los/las quejicas:

-No necesitamos ponernos de acuerdo ni darles la razón.

-No los contrariemos, dejémosles expresarse.

-No permitas que las quejas neuróticas sean las que establezcan los límites: no reaccionar por instinto, cuando los otros quieran una solución rápida, tómate un tiempo, después seguramente lo verás todo distinto o más soluciones.

-No nos empecinemos en que entren en razones o indicándoles que les conviene tal o cual cosa. El/La quejica no podrá entender, a menos que decida transformar su actitud.