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La infidelidad busca emoción

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La infidelidad es algo que hombres y mujeres suelen percibir de distinta forma: para los hombres la infidelidad más importante es la sexual y para las mujeres la emocional.

Según estudios, el 44% de las mujeres infieles lo hace porque se siente atraída por la otra persona, mientras que el 33% lo hace para sentirse deseadas. En los hombres se trata de una cuestión de sexo: el 48% dice que lo hizo porque quería “más sexo” y el 47% porque quería más variedad. Las dificultades que tienen las parejas hoy día para delimitar lo permisible a la hora de negociar los límites, son la proliferación de tecnología por la satisfacción inmediata que obtenemos de las interacciones en las redes sociales se pueda concebir como una especie de perpetuo flirteo virtual, y que en algunas ocasiones puede traspasar los límites de lo aconsejable.

El estándar no es universal:

Hay para quien un furtivo beso no es más que un desliz casual y permisible; o también para quien un mensaje que concluye con un emoticono de guiño es señal inequívoca de que se han traspasado los límites. Lo que sí parecemos tener claro según las encuestas es que somos mucho menos permisivos con lo de los demás que con nosotros mismos.

Diferentes reacciones se ponen en marcha a partir del descubrimiento de una infidelidad, como es la negación, el rechazo, la furia, o la simple indiferencia.

Podemos pensar que este descubrimiento sería el final de una relación, pero finalmente muchas veces cuando ocurre, se opta por dar una segunda oportunidad a la otra persona.

Otras personas se muestran completamente seguras de que cualquiera puede tener un desliz y sin embargo cuando este ocurre, causa tal impacto que todas las ideas preconcebidas se van al garete.

En las parejas donde la infidelidad ha llevado a la ruptura, aunque sea momentáneamente, la idea de suponer que la pareja ha decidido experimentar con otra persona sus fantasías y deseos se vuelve una amenaza constante. Esta ansiedad por “la traición” refleja un pobre concepto de valor y amor propio, por lo que la baja autoestima y la pérdida de confianza y seguridad en sí mismos/as, les pueden inducir a un sentimiento de autodestrucción.

Las duras reglas sobre lo que “se puede y no se puede hacer “es lo que paradójicamente crea situaciones más proclive para ser infieles.

Se dan continuas situaciones contrapuestas en las parejas modernas, desde permitir ciertas actitudes porque no se ha debatido sobre los límites, o al contrario el excesivo control que puede suponer un yugo asfixiante.

Las reacciones que comportan un exceso de celos o dudas, dicen más de la inseguridad de quien las plantea que de la realidad de una infidelidad o no. Por ello la paranoia respecto al comportamiento infiel de la otra persona, debe ser sofocada o será fatal.

Si no conocemos lo que la otra persona puede tomar como infidelidad, no es posible comprender la naturaleza de la infidelidad no como una traición o como una falta de amor a la pareja, que se da en pocos casos; sino como una añoranza de emociones en la relación de pareja, que se intenta volver a encontrar con otras personas. Por ello, las infidelidades más habituales se producen no con desconocidos, sino con gente cercana a los círculos de la pareja: trabajo, amigos, familia...

La infidelidad como huida

Enamoramiento no es igual a amor:

Cuando el amor empieza a madurar, existe el riesgo de encontrar un hueco, algo que no es posible llenar. La sensación que al principio generaba la atracción y el misterio de los enamorados, se han vuelto conocidas para ambos y reduce la intensidad del deseo para ambos.

Miedo al compromiso:

El miedo al compromiso y la responsabilidad que conlleva dar un paso más en la relación, resulta en algunos casos un abismo de dudas. El que comete la infidelidad muchas veces se siente atrapado y sin salida, por lo que una alternativa para desprenderse de la pareja que le pide compromiso, se da a partir de poseer a una persona que no le implique un vínculo amoroso.

Aburrimiento:

Las parejas suelen entrar a una etapa de monotonía y rutina refiriéndose a ese momento como “amor por costumbre”. No sólo es la convivencia lo que se ve en conflicto, sino también lo sexual y lo erótico. La pareja pierde la chispa en la relación y busca experiencias que reavivan la emoción y el deseo.

Soledad:

Este es un sentimiento que no todas las personas logran manejar. En una relación se manifiesta a partir del desinterés, el desapego y la falta de atención de uno sobre el otro; el que se siente abandonado busca fuera de la relación quien satisfaga su necesidad de atención.

Narcisismo:

Existen personas que basan la relación en el poder y el control: el poder se distingue propiamente por la grandiosidad y egocentrismo de quien desea poseer absolutamente la pareja como un ser sin voluntad o criterio propio, llegando a ser infiel por el reconocimiento del elogio de sí mismo/a, haciéndole sentir a la pareja que es capaz de lastimarlo/a y amarlo/a al mismo tiempo como nadie más, instaurando en él/ella un miedo irreversible a perderlo todo.

En el futuro la infidelidad no existirá pero las parejas durarán menos:

Cada día el concepto de pareja es más un complemento en la vida sentimental y no la base del futuro social, hayan hijos o no, la sociedad desea darse la oportunidad de dirigir su propio camino, acompañados en pareja o no.

Teniendo en cuenta que todos somos cada día más individuales incluidos las familias (padres, abuelos, etc..), y que el valor que les damos a nuestros sentimientos y necesidades es más exigente que hace cincuenta años, es difícil mantener las mismas pautas de comportamiento o costumbres del pasado, sin que entremos en conflicto en la convivencia.

Hoy día la mujer desea no solo ser la dueña de la cocina de casa o las tertulias en la parroquia, si no desarrollar un trabajo donde pueda ascender, mostrar sus opiniones y gustos en todo lo que la rodea sin recato. Al mismo tiempo desea un hombre que les proporcione la seguridad de un futuro cómodo y estable para ellas y los hijos, sin que esto comporte una sumisión a los criterios de su pareja.

Por otra parte los hombres de hoy día desean una mujer sensible, femenina y educada que sepa expresarse en su entorno, que sepa adaptarse a sus gustos y que coincida con sus deseos futuros. Al mismo tiempo que sea autosuficiente en el trabajo y que tenga una cultura moderna acerca de las relaciones de pareja. Y esto tiene que ver con el concepto de las relaciones sexuales, como algo no solo necesario para la procreación sino como una forma de divertirse y compartir emociones nuevas que enriquecen la pareja.

Si comparamos los deseos de hombres y mujeres, estos nos llevan a la conclusión de que todos deseamos encontrar un paraíso en la pareja por no decir un clon. Difícilmente existe una pareja a la carta y es este ajuste que se ha de dar para reconciliar los deseos de ambos, donde surgen problemáticas que el amor por si solo puede limar pero no salvar.

Dependiendo de lo abrupto de los cambios sociales la adaptabilidad en la pareja se dará con más o menos roces, pero si hay algo vital que nos anuncian los nuevos tiempos, tener pareja es una cuestión de esfuerzo mutuo y sobre todo ninguna dependencia psicológica o económica. El amor fiel existe mientras haya atracción, admiración, respeto y comprensión.