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Intercambio de pareja o swingers

Swingers

En algunos rincones de las islas Chuuk, en la Micronesia, los hombres, solteros o casados, salen cada noche con una lanza de madera en la mano, cada una decorada de diferentes formas y tamaños, la depositan en la cabaña de la mujer elegida.

Ellas, solteras o casadas, esperan impacientes. Si el presente del dueño les gusta, abren la puerta, si no, lo devuelven y el galán corre en busca de otra dama. En el mundo occidental se utiliza esta misma forma de galanteo (sin lanza) pero sin esta universalidad que ellos practican, y me refiero a la moral restrictiva que no hace tanto tiempo (en algunas personas sigue siendo presente) era organizado y limitado todo lo que tenía que ver con las emociones del ser humano, con argumentos tan populistas como el pecado y la tentación de las fuerzas oscuras de los infiernos. Si has pensado alguna vez en ir a un club de intercambio de pareja deberás saber algunas cosas. Los clubs de intercambio de pareja o “swingers”, ofrecen múltiples posibilidades para mentes abiertas y curiosas que quieren experimentar nuevas sensaciones, y llevar a cabo fantasías sexuales para estimular la sexualidad y combatir la rutina.

"Hace falta ser valiente, tener mucha seguridad junto a un gran deseo de experimentar con el placer para sugerir a nuestra pareja un intercambio. Pero puede que, una vez hecha la propuesta, la tentación se vuelva el comienzo de nuevas emociones ", señala Lucas Matheu.

Previamente a una propuesta que puede suscitar muchas dudas e inseguridades hay que iniciar un diálogo abierto y positivo, con uno mismo, y después con la pareja, para que cuando la persona reciba la proposición pueda sintonizar con esos mismos gustos y apetencias.

También puede ocurrir que la proposición suene a algo así como “me interesa más el placer que tú persona”, más propia de un pervertido o de un coleccionista de placeres que de la pareja que te ama.

En la mayoría de casos es el hombre quien toma la iniciativa, pero cuando es la mujer quien propone estas relaciones, él suele responder, como poco con curiosidad. Para ellas, sin embargo, provoca a menudo dilemas cargados de dudas o de fracaso, que pueden acabar bloqueándolas. Por otra parte ellos ante una reacción poco positiva a este tipo de relaciones, se llenan de miedos en insistir sobre este intercambio, pues algo que ha de ser una vivencia divertida y excitante se pueda convertir en una situación tensa, pudiendo provocar una grieta en la relación emocional con su pareja.

Para el placer virtual o real siempre es necesaria la confianza y pactar límites:

Las fantasías sexuales ayudan a estimular cualquier relación sexual, no tienen por qué llegar a ser reales físicamente, pero la imaginación las puede convertir en realidades virtuales. Se puede hablar de lo excitante que sería estar en una orgía, y eso no significa que al día siguiente se tenga que hacer realidad.

Si la pareja quieren dar el paso de probar o hacer realidad nuevas emociones en la sexualidad es imprescindible hablarlo y pactar hasta donde se quiere llegar.

¿Te imaginas a tu pareja besando a otra persona? ¿Cómo crees que reaccionarías? Es importante saberlo antes de aventurarse en el mundo liberal. Y ser claros con los límites propios y ajenos.

Hay varias opciones: puede que uno de los dos pueda tener sexo con otras personas y el otro no, porque así lo han pactado o puede que el juego se límite a personas del mismo sexo…

Nadie debe hacer nada que no quieras y lo mejor es saber de antemano lo que cada uno está dispuesto a probar.

Cuando no funciona:

En el intercambio de pareja no puede haber falta de seguridad o dudas, tampoco es una solución para salir de un bache de pareja, porque más que una solución, en ocasiones lo podría agudizar, envolviendo la situación los pensamientos irracionales, cayendo en el tópico de sacar a relucir culpas propias o ajenas.

La capacidad de disfrutar es individual y cada uno debe tomar el control de sus deseos pero haciendo partícipe a la pareja de ellos, sin olvidar que es dueño de su cuerpo y protagonista en cada momento de su placer.

Para un buen principio es imprescindible una buena gestión emocional y nada de celos.

Al ser una conducta abierta, puede calmar la ansiedad que provoca la falta de confianza en la pareja y de paso espantar el fantasma de la infidelidad, dejando de idealizar los placeres lejanos y nos centremos en el gozo cotidiano y más simple de quien tenemos al lado.

Será magnífico si somos capaces de aparcar la normalidad, y vivimos estas nuevas sensaciones como algo muy excitante, sin remordimientos o resentimientos posteriores. Aprovechando el placer que vamos a sentir en un intercambio como un aprendizaje para conseguir después más temperatura sexual y satisfacción con nuestra pareja.

Qué nos podemos encontrar en los locales “swinger”:

En casi todos los locales hay una parte que es un bar-discoteca donde las parejas entablan conversaciones y deciden si se adentran en otros espacios donde pueden quitarse la ropa, estos locales disponen de duchas, taquillas, etc…

En la mayoría de establecimientos sólo está permitida la entrada a parejas o a señoritas solas. Los hombres que acuden solos, están en otra zona y únicamente pueden entrar a petición de una pareja. Ahí es donde entra el juego del “glory hole”, que es un agujero donde los hombres pueden introducir el pene para que las parejas jueguen con él y decidan si los invitan a pasar.

Espacios varios:

Cada club tiene sus espacios y sus normas. Habitualmente, el encargado les explicará a los recién llegados la dinámica. Normalmente si el club es grande hay diferentes salas: en algunas se puede ir vestido, en otras desnudo, otras están dispuestas para parejas bisexuales…

También suele haber zona de duchas o masajes y en los más “lujosos” piscinas y terrazas. Es importante saber qué es lo que se puede hacer en cada uno de los espacios. En algunos lugares existen “cuartos oscuros” en los que se siente el placer sin que se puedan ver las personas.

Vouyerismo y exhibicionismo:

Algunas de las parejas no acuden para entrelazarse con otros. El morbo de mirar y de ser mirados es otro de los estímulos de los que se puede disfrutar en estos lugares. No son los casos más habituales, pero no hay ningún problema en establecer este juego en un lugar así.

Los códigos:

En las camas redondas los cuerpos se convierten en una amalgama. Pero ello no significa que las personas que están ahí tengan que aceptar cualquier relación. No todo vale. Hay un gesto sutil que se emplea para 'rechazar' de forma discreta a alguien.

Cuando una persona no desea un tipo de relación. Se trata de hacer una señal con la mano (palma abierta, mirando al suelo), de forma elegante (no hace falta parecer un guardia urbano) y la otra persona debería captar el mensaje.

Días temáticos:

Es conveniente ver la programación del lugar al que se va a acudir. Se pueden encontrar propuestas como: noche de tríos, gang bang, veladas para fetichistas de los zapatos de tacón o el BDSM.

Es importante puntualizar que el mundo swinger nada tiene que ver con el fetish o el BDSM (es decir, el sadomaso). Sin embargo, existen locales en los que también hay mazmorras y otros espacios habilitados para estas prácticas y se organizan fiestas concretas para dar rienda suelta a este tipo de fantasías.