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Haz el amor y no la guerra

haz amor no guerra

La vuelta a la rutina laboral, supone para muchas personas un cambio en la calidad y en la cantidad de sus relaciones sexuales. El cansancio y las preocupaciones hacen que olvidemos algunas de las ventajas que la práctica del sexo nos ofrece en nuestra salud en general.

-Se queman calorías: No muchas, pero algo es algo. Una sesión de sexo si es animada, puede fortalecer el tono muscular, al incrementar el ritmo cardíaco, poniéndose en movimiento todo el cuerpo. De acuerdo con una investigación del 2013, los hombres queman en torno unas 101 calorías en una sesión de sexo de 25 minutos y las mujeres, 69. No es una maratón, pero se agradece.

- Ayuda a conciliar el sueño: Después del orgasmo, el cuerpo libera una hormona llamada prolactina que ayuda a la relajación e induce al sueño.

-Reduce la presión sanguínea y los niveles de estrés: Estudios realizados demuestran que el sexo habitual tiene dos beneficios: mejor control arterial y mejor control del estrés.

-Fortalece el corazón: La práctica de sexo regular beneficia el sistema cardiovascular y reduce el riesgo de cardiopatías.

-Puede proteger contra el cáncer: Algunos estudios sugieren que los hombres que eyaculan con frecuencia podrían reducir el riesgo de cáncer de próstata. Los beneficios parecen más claros en el cáncer de mama, según un estudio francés reveló que las mujeres que tienen sexo al menos una vez al mes tenían menos riesgo de desarrollar un tumor que aquellas que no tenían una vida sexual regular.

-Estimula el sistema inmunológico: La inmunoglobulina (IgA) es un anticuerpo que ayuda a combatir la actividad de los virus. Investigaciones encuentran que los individuos que practican sexo con regularidad tienen un 30% más de IgA en la saliva que los practican sexo con menos frecuencia.

-Alivia el dolor: las endorfinas que se liberan en el orgasmo incrementan el flujo en la zona genital y actúan como un analgésico natural.

Según, una investigación realizada en Alemania los voluntarios que escogieron practicar sexo durante un episodio de dolor de cabeza, en unos casos migraña y en otra cefalea convencional, consiguieron un alivio parcial o total de su dolor.

El dolor se relaciona con la concentración del flujo sanguíneo en la zona dolorida, el efecto que produce practicar sexo, es una desviación de sangre hacia otra zona, produciendo un alivio del dolor.

Hacer el amor (o follar si quieres) sanea la mente: Si entendemos el sexo como una necesidad puramente biológica, la naturaleza nos proporciona a todos unos órganos sexuales, para los que tener o no una pareja no es imprescindible para sentir un orgasmo. Pero sería no comprender la sexualidad en todo lo que abarca, el plano físico y el psicológico.

La sexualidad no sólo es un mecanismo físico con más o menos beneficios, psicológicamente los seres humanos necesitamos ser aceptados y las caricias son parte de esa necesidad, la piel recibe estímulos no sólo físicos, también psicológicos y sentir la piel acariciada por otra piel, el calor de piel con piel, es parte de esa necesidad de sentir emociones gratificantes. Esta necesidad psicológica es habitual cuando deseamos escuchar música y no por ello nos produce reparo tener diversos artistas o estilos musicales que nos gustan, o en la gastronomía, nadie discute si la tortilla es mejor más cruda o más hecha, todo depende de los gustos.

La sexualidad es otra emoción más del ser humano que está muy ligada a su psiquis, y como con todo lo que no se ventila, acaba por descomponerse.

Así pues el sexo no cura mentalidades pero si las agrava cuando se asume con miedo o con prejuicios porque antes o después vendrá el rencor y acabara siendo la silenciosa puerta de escape de las miserias que acumulamos en nuestro día a día.

Hacer el amor, pegar un polvo etc…es sanísimo siempre y cuando deseemos sentir o hacer sentir placer, pero puede ser una tortura cuando lo que se pretende es que sea la solución a todos los males o la varita mágica que proporcione lo que la vida nos niega en otros aspectos.

La sexualidad es placer y el placer tiene un principio y un final y aún así no se agota, no es un refugio pero si puede ser un pasillo cálido y amplio por donde accedemos a todos los recintos de nuestro cuerpo y nuestra mente con las pilas puestas.