En Iberoamérica, es de uso extendido emplear la expresión 'echar un polvo', y su derivada 'echar un polvito', para referirse a tener un acto sexual. Y en algunos de los países de la región, tiene además la orientación de describir dicho acto, cuando el mismo ocurre de forma rápida.
La difusión que tiene en el continente americano el uso de la citada expresión implica que la misma tiene su origen en el continente europeo, y que fue llevada a América durante el período de la colonia española. De hecho, los historiadores y expertos en etimología, coinciden el que la expresión se originó en España, aunque difieren de donde la misma deriva.
La primera teoría indica que la frase tiene un origen eclesiástico, por así decirlo, ya que deriva de una frase dada por la iglesia católica. Originalmente, cuando la liturgia de la misa se ofrecía en latín, se empleaba la expresión: 'memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris'. Esta frase, cuya traducción literal es 'recuerda hombre, que eres polvo, y que al polvo regresarás', se popularizó entre el vulgo como 'polvo somos, del polvo venimos y en polvo nos convertiremos'. Como es obvio que todos somos concebidos en un acto sexual, la parte 'del polvo venimos' se fue adoptando como sinónimo de tener sexo.
Sin embargo, la teoría anterior no explica el porqué 'echar un polvo' se asocia en muchas partes a mantener un acto sexual rápido. Como si lo hace la siguiente, que te expongo a continuación.
En el siglo XVII, cuando España aún mantenía sus colonias en América, existía en Europa una costumbre social, que no tiene nada que envidiar a una de reciente data. La misma consistía en consumir un picadillo de polvo de tabaco y mezcla de otras sustancias aromáticas, conocido como 'rapé'. El mismo se consumía aspirado por vía nasal, con la ayuda de una especie de pitillo, de manera semejante a como ahora se inhala la cocaína.
Lo cierto es que el tabaco inhalado producía una reacción alérgica en las fosas nasales y otras partes de la vía respiratoria, generando con ello molestos y ruidosos estornudos. Por ello, los consumidores solían apartarse temporalmente de las reuniones sociales, con el objeto de aspirar tabaco, sin generar así malestar al resto de los participantes. Y para no ser descortés, informaban a sus compañeros de reunión, que se retiraba para 'echarse un polvo' de tabaco.
Una vez se estableció la costumbre de retirarse a inhalar rape, esta se transformó en la escusa perfecta para ausentarse a ratos de una reunión, y poder tener un encuentro fugas con la (o el) amante. Así, por un tiempo el picadillo de tabaco ofreció la oportunidad de dejar a la pareja de rigor por un momento, e ir a un furtivo y breve encuentro sexual con otra persona.
El cambio en la manera de consumir el tabaco terminó acabando con la costumbre de echarse un polvo de tabaco, aunque la frase quedó asociada a un acto sexual fugas. De hecho, en una obra del año 1874, titulada 'Don Juan Notorio: burdel en cinco actos y 2000 escándalos', se empleó la frase como sinónimo de coito.
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